martes, 24 de diciembre de 2013
Símbolos de la navidad
La navidad, como fiesta religiosa de gran arraigo en la cultura occidental -y expandida a través de algunos de sus símbolos secundarios, como Papa Nöel o los regalos- a todo el mundo, está llena de símbolos de valor propio.
Los símbolos siempre hablan de cómo una comunidad concreta, particular, se apropia de realidades inefables. Es necesario símbolos para la navidad, como lo es para el amor a la patria o al equipo de fútbol, sin pretender, desde luego, comparar la trascendencia de uno y otro amor, sólo el hecho de que son amores inefables.
Los símbolos son siempre algo particular y casi arbitrario, suelen tener valor diferenciador (yo tengo esta bandera, que equivale a que aquella otra no es mi bandera), y hablan al corazón de manera directa.
En España es común que las familias cristianas aclaren que son "más de reyes que de Papa Nöel", como si eso significara que son más cristianas, lejanas al "neopaganismo papanoélico", o "más de belén que de arbolito". Belén (pesebre o nacimiento), Papá Noël (Santa Klaus, San Nicolás, o simplemente Santa), el arbolito y los Reyes Magos providentes son símbolos navideños todos ellos. En estos tiempos de interacción rápida entre las culturas, es posible que muchos sientan algunos de esos símbolos -especialmente "Santa"- como una invasión en el propio espacio cristiano. Pero es un espejismo: el "espacio cristiano" no es la propia cultura, sino la propia fe cristiana, y esta no tiene unos simbolos privilegiados por sobre otros, también cristianos. En particular, es tan hermoso -y tan cristiano- el símbolo de Papa Nöel trayendo regalos a los niños en atención al nacimiento de Jesús como el mismo símbolo encarnado por los Reyes, o por el Arbolito.
El árbol providente, aunque aparece también en el Nuevo Testamento (Apocalipsis 22,2.14), es religiosamente un símbolo muy propio del Antiguo Testamento, que hunde su significación en el árbol de la vida de Gn 2-3, pero también es el hombre mismo, engrandecido por Dios (Ez 31). El nacimiento y sus pequeños signos conexos (buey y mula, establo, etc) es una representación devenida símbolo (es decir, que deja de ser una mera copia realista de la escena, para hablar directo al corazón), al igual que los "Reyes Magos", aunque en este último caso bastante alejados de como los representa el Nuevo Testamento. Papa Nöel es bien sabido que es una deformación del nombre de San Nicolás, el obispo de Mira en el siglo III, una de cuyas anécdotas habla de que su caridad le llevaba a hacer regalos a escondidas a los pobres.
Por supuesto, como ocurre con todos estos símbolos, ninguno deja de tner su correlato en la cultura pagana: los árboles son objetos de culto mágico desde los orígenes de la humanidad, ¡el mismo nacimiento fue ubicado por el cristianismo en esta fecha en "diálogo" con el culto pagano al Sol Invicto! El hecho de que los símbolos de navidad tengan un correlato pagano, no los hace paganos, así como el hecho de que mucha gente que no cree en Cristo celebre la navidad no desnaturaliza en absoluto nuestra fiesta cristiana, al contrario, yo diría que es la ocasión para agradecer a Dios que su plan providente de salvación se cumpla, incluso a pesar de la nula disposición de los shoppings a dar testimonio del Dios vivo y verdadero...
«Revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos.» (Col 3,10-11)
¿Donde se cumple mejor esta palabra sino en una fecha en al que el mundo entero se viste de Cristo, incluso aunque no lo sepa?
La exigencia cristiana, más que pretender la exclusividad de los símbolos, debería ser ocupar la avanzadilla del mundo en cuanto al versículo que sigue a este himno de Colosenses:
«Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro.» (Col 3,12-13)
Ese es, creo yo, el diferencial cristiano, más que si uno es de Santa o de Reyes, o de arbolito o belén.
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