jueves, 10 de septiembre de 2009

Ideas para una civilización postcristiana I

Le pongo I porque ya se sabe, algo que es post está tan atado a lo que es pre, que para que despegue hacen falta y I y II y III y muchas ideas más.

La civilización (la nuestra, y además las otras) ha vivido muchas épocas postotras; cada una, menos la primera, ha sido postotra. Y a lo mejor hasta es como en el huevo y la gallina, y no ha habido ninguna primera época de la civilización, sino que todas han sido postotras.

Microsoft Live Writer me quiere corregir “postcristiana” y “postotra”; se ve que le paga la Conferencia Episcopal. pero eso no me amedrentará, pienso que ya estamos en una era postcristiana, y sólo falta que:

-todos nos enteremos.

-sobre todo los cristianos nos enteremos, lo aceptemos y reencontremos una fe vivida sin el soporte tan plácido de la cultura entorno. 

-en esta nueva época pase algo que valga la pena, además de pelearse por si hay un crucifijo más o menos en las escuelitas españolas.

Lo que me parece clarísimo es que lo que sea que haya comenzado ya, no arrancará hasta que no haya colectivamente una nueva actitud hacia lo ya sido, hacia la civilización cristiana, hacia sus logros y hacia sus sombras. Mientras unos sigan queriendo aplicarle el pulmotor y otros sigan queriendo ocultarla en el armario como al pariente pobre, es imposible  que haya ninguna clase de nueva alegría, que es lo que tiene que ocurrir en una nueva época.

Una nueva actitud es algo difícil, pero a lo mejor lo más nuevo es precisamente lo más viejo, lo que han hecho las civilizaciones cada vez que se encontraron con que estaban en una nueva época: mixturar los signos de lo sido con los signos de lo nuevo. En eso los cristianos somos bastante expertos, porque lo hemos hecho no sólo cuando inició la época cultural cristiana, hacia el 300, sino en relación a cada cultura con la que hemos entrado en contacto.

Lástima que en este momento la mayoría de los cristianos está tan a la defensiva; hemos hipostasiado tanto el cristianismo con la cultura occidental que a la mayoría (de los cristianos en activo, me refiero) le parece que si nos quitan la civilización occidental el daño a la fe es irreparable…. no quieren ver la pesada mochila que hemos cargado por siglos, y las oportunidades de fe auténtica, de fe crítica, que se nos plantan delante ahora que no tenemos ya la responsabilidad de sobrellevar Occidente.

Mi primera idea (que no es mía solamente, pero sí estoy personalmente convencido de ella y por eso la llamo “mía”) es que los cristianos dejemos ya de luchar por leyes, y nos volquemos a llevar a las personas concretas hacia los valores que consideramos dignos de ser promovidos y vividos.

Y entonces…

…aquilo que nesse momento se revelará aos povos
Surpreenderá a todos, não por ser exótico
Mas pelo fato de poder ter sempre estado oculto
Quando terá sido o óbvio…

Tan bien dicho, ¿verdad?

martes, 26 de mayo de 2009

33 años

Un día como hoy de hace 33 años -"que es la mesma edad de Cristo", diría Martín Fierro-, moría Martin Heidegger.
Poniendo aparte gustos personales, de quibus non disputandumst, estoy convencido de que cuando decanten todos los ensayos, caminos abiertos, vías torcidas, muertas o simplemente truncas que han tenido los siglos XIX y -sobre todo- XX, quedará la obra del alemán como quintaesencia de la nueva época que en algún momento aparecerá.
¿Cuándo ocurrirá? ¿cómo? es extremadamente difícil predecirlo.
Si se le hubiera dicho a Platón que sólo 50 años más tarde de su muerte, y por efecto de su propia obra, la Grecía ya no era su Grecia, ni podía comprender, por ejemplo, lo que realmente había sido la polis, sino que vivía ahora inmersa en la cosmópolis, probablemente lo hubiera creído una exageración.
Si se le hubiera indicado a Descartes que el libro de filosofía escrito con toda seguridad en el lenguaje más llano que a alguien se le pueda ocurrir contendría -in nuce, claro- la Modernidad entera, hubiera apagado la estufa, pensando que nos subió la fiebre...
En un caso 50 años, en el otro 100 aproximadamente; quizás la época que ya no sea posmoderna sino eso que aun no comenzó pero que traerá verdad nuevamente comience mañana, quizás dentro de 150 años; tal vez nos está esperando en alguna revolución imprevista de los elementos.
Lo que doy por descontado, por seguro, por infalible, es que en el orillo habrá un cartelito que dirá "aquí hay Lichtung, evite la sobreexposición"...

martes, 31 de marzo de 2009

¿Por qué «no al canon»?

Éste es un tema que merece hablarse mucho, discutirse mucho, debatirse de verdad. Porque eso es, precisamente, lo que falta en este asunto: debate auténtico:
-Hay un conjunto de exigencias legítimas de la industria: trabajan y quieren ganar de su trabajo.
-Hay un conjunto de exigencias legítimas del consumidor: explotan nuestros bolsillos alimentando una industria de ocio y consumo basada en el estado de la técnica 3 o 4 décadas atrás... una industria, por tanto, que cobra por lo que ya no hace, que cobra de más.
Yo pertenezco, naturalmente, a este segundo lado -como la mayoría- y puedo argumentar este lado.
Un ejemplo: yo ya no utilizo desde hace rato soportes como el DVD, el CD, etc... mi dvd-teca y cd-teca las estoy traspasando a medida que puedo a un soporte más práctico, los discos duros, que me permite tener un acceso inmediato, sin trasportar en la espalda enormes volúmenes.
Entonces, si deseo comprar un disco, la verdad es que ya no me interesa ir a una disquería a buscarlo, porque ya no uso discos, no usaré jamás un bluray (un invento nomás para satisfacer a una anticuada industria del entretenimiento y ver si nos siguen haciendo pagar otra vez más por la mima película que hemos pagado en DVD y en VHS), no uso más DVD... si quieren que compre, deberán venderme lo que yo quiero comprar, si no, no cuenten conmigo. Y lo que quiero comprar son tracks sueltos, quiero elegir los temas que escucho, e incluso el tamaño que ocupan, porque no todo merece la calidad sonora de Wagner.
Así que el otro día quise comprar un disco en Amazón, aprovechando que el que yo estaba a punto de bajarme gratuitamente, lo vendían por tracks. Resultó que cuando terminé de ordenar el conjunto de tracks (que eran casi todos los del disco original -que en su momento había comprado en vinilo-).... ¡me costaba 20 euros!
No sólo es un robo que un disco convencional cueste 20 euros... ¡es que es más robo aun que pretendan cobrar eso por un disco sin soporte, hiperamortizado (se trataba de un vinilo de los '70)!
Naturalmente, hice lo que hago siempre: me lo bajé de la red, gratis, ya que no hay quien me lo venda en una forma de comercio humana, justa y que sea lo que estoy dispuesto a comprar, y no la antigualla que me quieren vender.
Si no hay quien me lo venda a un precio razonable, y hay quien me lo da sin pagar, debería ser idiota para desembolsar las irracionales cifras que pretende la industria del entretenimiento, para mantener un modelo de negocios desfasado 30 años del estado actual del desarrollo tecnológico.

La industria del ocio es en este momento una pesada maquinaria que necesita dinero a toneladas para mantener una manera de ser y de hacer que ya no pertenece a este mundo, que ya es un objeto de museo... sólo tienen una ventaja: mucho poder, mucho dinero, y la complicidad de gobiernos venales, que por 3 votos votan lo que les pongan delante, como ese absurdo "canon digital".

¿Pero qué solución habría?
Hay varias, por lo pronto habría que pensar un poco (cosa que no parecen estar dispuesto a hacer, ni los industriales ni los políticos), pero en principio podría ponerse alguna clase de impuesto al ocio, que liberalizara el uso de los canales actuales de distribución; de esta manera todos pagaríamos lo que de hecho todos usamos, porque quien no escucha Gilberto Gil, escucha Mozart o Nena Daconte, o el que no escucha nada... utiliza otros mecanismos de consumo de ocio.
Claro, eso los pone ante el problema de la distribución de beneficios, problema que tiene que resolver la industria, que no nos toca a los consumidores ni tienen por qué encajárnoslo.

¿Pero y no es eso mismo el canon? No, de ninguna manera: el canon es un cobro punitivo, es una multa por un delito que aun no has cometido...: doble error, castigar el consumo en una sociedad de consumo, y hacerlo antes que el supuesto delito se haya cometido; esas dos cosas juntas son lo inaceptable del canon digital. Lamentablemente, hay un montón de gente inconsciente que lo que quiere es consumir sin pagar ná de ná, y les molesta el canon porque les cobra, pero el problema del canon no es lo que cobran, que es ínfimo, y hasta es, en cierta medida, justo en cuanto a los canales de recaudación: el problema es que te lo cobran para decirte "eres un criminal"... pagas para que te insulten y te criminalicen.

¿Y a todo esto el autor?
El autor, cuando no está comprado vilmente por la industria, o no es él mismo un industrial, está bajo contrato, así que guárdate que en realidad a él no le llega ni lo que pagas con el CD cuando lo compras por derecha, ni lo que pagas con el canon. El autor es un empleado de las industrias del consumo, un trabajador como tú y yo, utilizado como excusa por la industria para no revisar su modelo de negocios.

Ese autor de los años 20, 30, 40, que necesitaba asociarse con otros autores en sociedades autorales (los inicios de la SGAE y las de los demás países) para defenderse de la voracidad de la industria y autgestionar sus "derechos autorales" ya no existe más... ese autor fue absorbido por la industria, las sociedades "autorales" sólo lo son de nombre, porque en realidad son industriales, son la SONY, la MGM, la DISNEY, etc. Las sociedades autorales nacieron para defender al autor de la industria; poco a poco -en un proceso que puede rastrearse y tiene responsables- llegaron a ser sociedades de integgración del autor con la industria. Al autor, bajo amenaza de dejarlo sin trabajo, lo ponen en el triste papel de tener que reclamar algo que él sabe perfectamente que no le llegará a él, porque en estos momentos es un trabajador más, que ya cobra su contrato.

Cuenta en una entrevista Fulano Sicrano (seudónimo del mantenedor de "Um que tenha", una de los mejores blogs de música brasilera compartida) que a veces tiene en su blog novedades discográficas que aun no han salido al mercado, o que lo han hecho muy recientemente, porque los propios autores, bajo condición de anonimato, se lo pasan, porque ellos saben lo que la industria no desea enterarse: que necesitan toda la difusión que se pueda, y que la distribución gratuita a través de blogs es un forma de propaganda baratísima y muy eficaz; incluso, decía este mismo blogero, "algún autor del que yo no había puesto nada me escribió para preguntarme si tenía algo contra él...".

Los autores saben que nos están estafando, que nos están queriendo cobrar lo que la industria no merece; también lo sabemos los consumidores, también lo saben los políticos; ¡y también lo saben los industriales!: pero es muchísimo más fácil que veinte dinosaurios que no saben encender su ordenador si la secretaria no viene a hacerlo llamen criminales a 40 millones de consumidores y se queden tan tranquilos, con el estado trabajando para ellos, que sentarse a pensar cómo vender en un modelo de comercio justo, en esta era de información libremente intercambiada.

Así que mientras tanto, algo debemos hacer, algo que no es todo, pero es importantísimo: No al canon, de ninguna manera; no a la criminalización de la libre circulación de los bienes culturales.

miércoles, 4 de marzo de 2009

A la caza del snark (introducción al blog)


Este debe ser el blog chiquicientogésimo que intento. He fracasado siempre con la continuidad, así que no se ve por qué no habría de fracasar en éste también.

De todos modos, la cuestión fundamental es que mientras tanto voy publicando cosas que me interesan, aunque luego desaparezca a mitad de la palabra que intentaba decir.

Hace rato que vengo dándole vueltas a abrir un nuevo -y definitivo :-) - blog, pero no encontraba el concepto justo, eso tan importante de lo que depende todo lo que continúa o desaparece. «La caza del snark», de Lewis Carroll, es uno de mis libros favoritos, y creo que "snark" es el concepto justo, porque incluye su propia volatilidad.

El peligro de todo Snark es que resulte un Boojam, pero si ello ocurre, ya no estaremos, así que bien se puede seguir viviendo y escribiendo en la convicción de que el Snark, aunque la cacería no termine nunca, seguirá siendo un Snark.