lunes, 21 de abril de 2014

«Lobby gay»

En mi post de ayer escribía «el "lobby gay" (sólo reproduzco la expresión, pero no me hago cargo de ella)». En general, siempre me da cierto repeluz usar expresiones como «lobby gay», «lobby abortista», «lobby feminista», «lobby ateo», etc, expresiones tan usuales (y a lo que creo, tan injustas y erradas) en nuestros medios religiosos. De hecho, se usan como si no hiciera falta aclarar nada, como si con decir «lobby gay» ya hubiéramos hecho alusión a algo comprensible de suyo.

Los pocos que me leen saben que llevo el sitio El Testigo Fiel; ese sitio es... nada, es el esfuerzo de mis amigas Toñi y Andrea, y el mío propio por unos años, y mayormente mío en la actualidad. No sé cómo sigue en pie, simplemente por providencia, porque ni siquiera sé cómo hago de hecho cada mes para pagar el servidor, pero lo pago. Escribo en plural las comunicaciones institucionales, usando un plural "institucional" (desde ETF deseamos que, pensamos que, etc), y la gente me sigue el juego, y me habla en plural, posiblemente pensando que somos varios los que llevamos el sitio.
Todo esto viene a cuento del «lobby gay», porque recuerdo de una vez -hace ya muchos años- que Toñi encontró un sitio donde se hablaba del «lobby cristiano»... ¡y El Testigo Fiel estaba en la lista! Allí mismo se aludía a que era imposible que esos foros cristianos no tuvieran una gran financiación... y es verdad, así se ve desde afuera, sobre todo en sitios bien hechos y consecuentes en su presencia como (y sí, lo digo) El Testigo Fiel.
Bien, cualquiera que conozca el paño, sabe que ETF no pertenece a ningún lobby de nada, es puro esfuerzo personal. Algunos sitios cristianos tienen publicidad, como Libertad digital, o reciben financiación de una congregación o grupo, como Catholic.net (según tengo entendido, de los Legionarios), pero eso no es pertenecer a ningún «lobby», es tener resuelto en parte lo que ETF no tiene resuelto en absoluto, el complicado e imprescindible problema de la financiación.

Lo curioso es que gente que padece la acusación de pertenecer a un lobby, y sabe lo absurda e injusta que es esa acusación, lance con tanta frivolidad esa misma acusación hacia los demás.

En el video de la madre de Umma Azul y su pareja, ellas se congratulan de que la Iglesia les haya bautizado la hija, y esperan que dentro de poco haya matrimonio homosexual en la Iglesia ¿dicen eso porque así lo dicta el «lobby gay» o porque ellas están convencidas de la lógica y verdad de lo que sienten, piden y viven?
Naturalmente que ellas están convencidas de la justicia de lo que piden... ¡y eso es precisamente lo complicado! que debemos ir con mucha cautela en un diálogo con el mundo, para respetar la conciencia del otro, que es siempre verdadera (para él) y a la vez confrontar esa conciencia con lo que en conciencia percibimos nosotros como la verdad de Cristo, superior a nuestras conciencias.
La vida sería muy sencilla si hubiera realmente «lobbys» en estas cuestiones, bastaría con identificarlos... pero realmente no los hay: hay gente que personalmente está convencida, en su propia e inviolable conciencia, de la justicia y verdad de lo que piensa, siente y experimenta, y si nosotros pensamos y sentimos que la verdad es otra, no es que debemos callarlo, pero sí transmitirlo con la suficiente delicadeza como para que el otro se pueda sentir promovido a la verdad, y no aplastado por nuestra supuesta superioridad.

La excusa para obrar de otro modo es -me lo han dicho muchas veces- que "los contrarios" no tienen esa delicadeza... ¡no, claro que no! precisamente en ser capaces de ver la verdad de la conciencia del otro, de admitir que hay verdad en todo, y por tanto también en el otro, en esa empatía con la verdad de todos radica la auténtica superioridad de la comprensión cristiana del mundo y del hombre. Desmentimos y perdemos esa superioridad cuando nos regimos por estrategias de difusión de nuestras ideas basadas en el poder y el número, en la dicotomía ideológica, la fuerza y el acallamiento de los demás.

domingo, 20 de abril de 2014

Un apunte sobre el bautismo de Umma Azul

Ocurrió en Córdoba, Argentina, un hecho de cierta trascendencia en la problemática del encuentro de la Iglesia con los valores, las expectativas, y también las miserias del mundo moderno: Carlos Ñáñez, arzobispo de Córdoba, admitió el bautismo de Umma Azul, hija de la primera pareja cordobesa de lesbianas unidas civilmente por la ley de "matrimonio igualitario".
Yo me enteré por el blog "Tierras de América", de Alver Metalli, que cuenta la noticia muy equilibradamente.
No me gusta cómo presenta el obispo la cuestión, el bautismo como "derecho" de la niña. En general no me gustan los derechos, me pesan tantos derechos sobre las espaldas, y pienso que el mundo actual va enconrvado y cabizbajo en gran parte porque el peso de tanto absurdo derecho nos impide mirar el horizonte. Pero más allá de la metáfora, el bautismo es una gracia, no un derecho, es un acto gratuito de Cristo, no un derecho de nadie.
Pero si no lo es de Umma Azul, tampoco lo es mío, que quede claro. Así que mi desacuerdo con el Arzobispo es sólo a ese nivel, del lenguaje superficial para tratar del bautismo, no del fondo, que es el haberle administrado, con toda razón, el bautismo a esta almita que estará a partir de ahora tocada más por la gracia que antes, y posiblemente pueda llevar también gracia a su madre y a la pareja de su madre.
El Código de Derecho Canónico dice que se debe negar el bautismo a aquellos niños de cuyos padres no se puede esperar que les den una adecuada formación cristiana; lo cual es quizás este caso. Como soy laico, no me tengo que plantear esos casos de conciencia. Si fuera párroco, posiblemente no tomaría por mí mismo la decisión de bautizar a Umma Azul, lo consultaría con el obispo. Pero como obispo que es, Mons. Carlos Ñáñez está perfectamente capacitado para decidir tanto negar como dar el bautismo, incluso en aparente contradicción con el Código de Derecho Canónico, porque no es el CDC el sucesor de los apóstoles, sino el obispo, así que el CDC, ante la autoridad del obispo, es sólo una ayuda y orientación, al menos en todo lo que toque a la autoridad dentro de la diócesis a él encomendada.

Como esta pareja viene relacionada con el gobierno de Argentina de alguna manera que se me escapa (la presidenta fue madrina de Umma), parece que luego el caso fue o sigue siendo utilizado mediáticamente como muestra de que la Iglesia está cambiando de posición respecto de la cuetión homosexual.
Y ahí aparecen las iras de un sitio católico argentino, muy activo en su defensa de la verdadera fe (es decir, la fe tal como la entienden ellos, claro está). La pregunta de la encuesta de la página es «Mons. Ñáñez: ¿Pertenece al lobby gay?» a continuación, foto del Obispo, y título: «Falso Pastor», tras lo cual viene la friolera de ¡581 comentarios! que hacen arder Troya, obviamente.
Imposible leerlos todos, al menos para mí: los que leí carecen de interés, de humanidad, de seriedad y del más mínimo espíritu cristiano. Eso sí, no hay uno que sea menos que otro en su adhesión a la fe católica...
Se leen cosas como "Hace cincuenta años que no son católicos los pastores, tomaron el control con roncalli el proximo santrucho y luego ubicaron a su gentecita. Ahora está totalmente tomado el cuerpo con el cáncer de la mundanidad."
Otro aporta: "El código de derecho canónico está violado desde hace rato especialmente por jp2 el violador serial de la religión católica."
No vale la pena comentar mucho los comentarios, algunos mucho más fuertes que los dos que puse de ejemplo, pero casi todos en la línea, con esa mezcla de impunidad que da el anonimato de internet, y de falsa piedad que da el fariseismo, pero hay uno que me parece que resume muy bien el fondo de la cuestión. Dice:
«Más allá de lo que diga el arzobispo, el tema es que con apariencia de bien, como el bautizar un niño, se pone del lado de los que viven humillando a la iglesia, provocan escándalo y le da pasto a los enemigos habladores.»
Es verdad que esto da pasto a quienes se mofan de la Iglesia, sobre todo porque permite imaginar una especie de Iglesia a la deriva que no sabe qué hacer en cuanto a su concepción del ser humano y en cuanto a si debe mantenerse firme en el rechazo de las nuevas definiciones antropológicas, o plegarse a ellas.

Pero hay dos aspectos que estos defensores de la fe católica no tienen en cuenta:
-La Iglesia no está en este mundo para dar un testimonio ascéptico de la verdad, de una verdad que pudiera encerrarse en formulaciones. La Iglesia está para dar testimonio de la verdad encontrada en Cristo, y la verdad encontrada en Cristo puede pasar por momentos de oscuridad en la formulación, siempre que eso implique hacer todo lo posible y casi lo imposible por mantener el débil lazo de unión de cada hombre con Dios. La inclusividad de la que tan acertadamente habla el Papa Francisco (y que tantas iras despierta en páginas tan católicas como la que comento). Lo que parece una deriva no es necesariamente una deriva, sino el acompañar un movimiento de vaivén y casi de zozobra de la barca del mundo... precisamente para que no zozobre.

-Lo segundo y muy importante lo acabamos de leer en Semana Santa: hay reacciones contra quienes atacan a la Iglesia, que serían justas en el mundo, pero deben quedar fuera de la Iglesia: cortarle la oreja a Malco, por ejemplo, es una reacción de lo más justa, pero prohibida para los discípulos de Cristo, y no por pacifismo, sino porque si se cumple toda la justicia de este mundo, no se permite la obra redentora de Cristo en él.
Entonces puede ser que sea justo que se le niegue el bautismo a Umma Azul para evitar que su madre y el "lobby gay" (sólo reproduzco la expresión, pero no me hago cargo de ella) utilicen esto como arma arrojadiza contra la Iglesia, pero entonces se está subordinando el bien mayor que tiene la Iglesia (el punto 1, el débil lazo de Dios con el ser humano) al bien menor que es la justicia para la Iglesia en este mundo.

Lo único que pidió Jesús a sus discípulos es que vayan enseñen y bauticen, el Juicio quedó para él, y realmente no tenemos por qué realizarlo.

jueves, 17 de abril de 2014

Farsa monea


Por fin he podido leer, con voracidad, pero también con mucha atención, un libro salido en 2003, y al que por distintos motivos aun no había podido acceder: «El existencialista hastiado», del Rev. Howard Mumma, con la crónica de sus diálogos con Camus, tras los cuales éste llega a pedirle el bautismo.
Naturalmente, el asunto tiene gran interés para mí, no sólo como cristiano, sin también como admirador incondicional de la obra del escritor francés.

Argumento de la obra

El autor presenta su obra como la transcripción, no literal pero sustancialmente fidedigna, de una serie de diálogos que mantuvo en París en un año imprecisado, pero en la década del 50 (en torno al 57, por lo que puede deducirse de algunos detalles), cuando el Reverendo, norteamericano, estaba como predicador invitado en la Iglesia Americana de París, en Quai d’Orsay.
Son nueve capítulos, en el último de los cuales Camus le pide el bautismo, aunque no quiere pertenecer propiamente a ninguna iglesia, ni comprometerse en ese sentido. Mumma le pregunta si ya ha sido bautizado, de pequeño, y como Camus afirma que sí, entonces le dice que no le es posible dárselo nuevamente, y que no tendría sentido si no se compromete con la Iglesia. Un tiempo después escucha que Camus ha muerto en un accidente de automóvil, y se cuestiona si le tendría o no que haber dado el bautismo, tal como lo pedía el escritor.
En esos nueve encuentros Camus hace algunas preguntas religiosas, que exigen respuestas apologéticas, cosa que Mumma desarrolla ampliamente. Cuestiones que tocan el problema del mal, la inspiración de la Biblia, la confrontación Biblia-ciencia, la inerrancia bíblica, su historicidad, etc.
Camus habla muy poco en el libro (excepto la sección donde "explica" a Simone Weil), y cuando lo hace no rebasa lo que es posible encontrar en un conocimiento superficial de su obra, aunque llega a definirse casi como el "existencialista hastiado" que da título al libro:
«he conseguido hacer mucho dinero porque de alguna forma he sido capaz de articular la desilusión del hombre por el hombre. He escrito cosas que han significado mucho para mucha gente. Usted ha visto cómo me tratan, Howard. He tocado algo en su interior porque identifican en mis obras la angustia y la desesperación que sintieron. Me dirigí al sinsentido y la incertidumbre, principios básicos en los cuales no estoy seguro de creer aún. Esto, más que ninguna otra cosa, es lo que me consterna, esta es la raíz de mi desesperanza.» (pág. 122)
En el capítulo seis el Rev. Mumma le cuenta a Camus un encuentro que tuvo con Jean-Paul Sartre, también sobre cuestiones de confrontación religiosa; Camus se muestra muy interesado en esa crónica y concluye afirmando lo siguiente: «Teniendo en cuenta que ha hablado con Sartre, se habrá dado cuenta de su influencia en mis escritos...»

Crítica

Hasta aquí la descripción de la obra. Para mí la pregunta fundamental es si es verdad que se produjeron esos encuentros, si es verdad que Camus pidió el bautismo, y si en lo sustancial son ciertas las palabras que atribuye la obra a Camus. Desde mi punto de vista, el valor apologético de esta obra es secundario. Podría tratarse de la mejor apologética del mundo, de los argumentos religiosos más sólidos y sutiles, pero no lo he leído por eso, ni es eso lo que me interesaba, sino saber si Camus acabó sus días en este mundo como cristiano o no, aunque fuera de deseo.
Reconozco que llegar a una certeza sobre una "conversión religiosa" de Camus es realmente difícil, como no sea precisamente a través de alguien que haya sido testigo de ello, y sea confiable en su testimonio. Y este es el punto centralmente débil de este escrito: es realmente pobre en su conocimiento de Camus, completamente convencional y esquemático en la descripción del pensamiento del francés, además de cometer algunas torpezas notables:

Torpezas:

-En el capítulo 3 confunde el género de El Mito de Sísifo; hablando de la eficacia de la Biblia por el hecho de estar contada como una historia, le dice (Mumma a Camus):
«es más probable que la gente común entienda las verdades elementales si son contadas en forma de historia. ¿Podría haber captado de una forma más suscinta la atención de los franceses sobre el sentimiento del exilio que con "El mito de Sísifo"?»
No parece saber Mumma, ni cuando (supuestamente) dijo esa frase, ni 40 años después, cuando redactó el libro, que "El mito de Sísifo" no es una historia, sino un ensayo, así que no sólo no demuestra el argumento de Mumma, sino que lo contradice. Salvo que se haya confundido entre "El mito de Sísifo" y "El extranjero", que sí serviría al propósito ejemplificador que pretende Mumma... ¡pero a todo esto Camus no le corrige el punto! (lo único admisible es que fuera un error debido al traductor, pero como hay otros deslices semejantes en el libro, creo que el problema es del original)
-Ya he mencionado la frase que le dice Camus a Mumma cuando hablan de Sartre, ahora bien: se supone que estas conversaciones ocurren en torno al año 57, cuando hacía 6 años que la distancia entre Camus y Sartre era total, fruto de la pelea tras la publicación de El hombre rebelde, de Camus (1951). Según Mumma, Camus se refiere a la influencia directa de Sartre en La Peste, también de Camus (1947). Ahora bien, es precisamente hacia ese tiempo cuando Camus escribía: «tenemos relaciones de amistad con los Sartre, nuestras entrevistas son espaciadas, pero cálidas, Sartre me parece el mayor y más persuasivo de los talentos, pero sus libros nunca han tenido la menor influencia en mí» (*)
-En el capítulo 3, Mumma y Camus comienzan a hablar de la Biblia, y se produce el siguiente intercambio:
«—Después de este sermón me fui a casa y cogí mi Vulgata en latín. Busqué el relato de Adán y Eva y la serpiente...
Le interrumpí:
—Albert, ¿no tiene usted una Biblia en francés?
—No, sólo tengo la Vulgata que mi madre y el párroco me regalaron cuando era niño.»
Sería más creíble que dijera que su madre y el párroco le regalaran una Nintendo, y no una Biblia latina, en esa clase social (gente de la más pobre), en ese nivel cultural (la madre era analfabeta), en ese sitio (Argelia) y en torno a esa época (los años 20).
-En el mismo capítulo 3 (pág. 97) Camus (él, francés, y no Mumma, norteamericano) ilustra la cuestión del mal de la que venían hablando con el siguiente ejemplo: «—Una vez se me estropeó una máquina de escribir. El técnico dijo que la tecla que más se solía tener que reparar, era la «I». Me contó que en toda su experiencia arreglando máquinas de escribir, esta era la tecla que más a menudo había tenido que reparar. No es que la «I» sea la que más se usa, sino que se golpea con una peculiar fuerza.» El traductor aclara que la cuestión tiene que ver con el pronobre personal "I", "yo" en inglés, que es precisamente aquello en lo que más estamos centrados, como ahora sí Mumma, aclara enseguida.
Ahora bien: el ejemplo tendría sentido si Camus fuera angloparlante, y lo mismo el técnico de máquinas de escribir... o bien esto lo dijo Mumma, y se lo atribuyó por error a Camus.
-La cuestión del idioma es bastante curiosa: en el primer capítulo utilizan un intérprete, sin embargo a partir del segundo el intérprete ha desaparecido, y francés y norteamericano se entienden a las mil maravillas, como si no sólo hubieran leído juntos el Génesis (en latín), sino que estuvieran viviendo antes de Babel.
Estas son sólo algunas muestras de las incongruencias del relato, que no alargo para no abundar más en algo que sólo sirve para fundamentar un poco mi juicio sobre el libro: es una lisa y llana invención, hecha de tal modo que no pueda ser contradicha por testigos (ya que de antemano se afirma que todos los encuentros se mantuvieron en secreto), ni por el otro participante, muerto hace 50 años.

El motivo

En realidad, la posibilidad de que todo esto no sea más que un invento lo apuntó el propio Mumma en la introducción:
«quizá sea culpable de una hagiografía surgida de la recolección no demasiado clara de las palabras exactas que se dijeron. Después de todo, estas conversaciones no fueron grabadas ni transcritas, aunque yo tomase algunas notas tras cada encuentro. Esto es algo así como los llamados Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), que fueron todos escritos a partir de la tradición oral y de las notas escritas justo después de que ocurrieran los hechos.» (pág. 70)
Al poner su escrito en la línea de la historicidad de los evangelios, es decir, de la historicidad catequética y con muchas licencias narrativas, apunta la posibilidad de que en realidad estos encuentros con Camus no sean más que el desarrollo pedagógico de ciertas argumentaciones que Mumma desea hacer en torno a un pensamiento tan influyente y vigente como el del existencialista francés.
Creo yo que lo que ocurrió es eso: Mumma tuvo algún encuentro ocasional y fugaz con Camus en la década del 50 (y concedo mucho al conceder eso), y sobre la base del impacto que le provocó la persona, sumado a la inevitable seducción de su obra  -siquiera en una lectura bastante superficial de la obra del francés como parece haber hecho el Pastor- le surgió la idea de "dramatizar" una catequesis del mundo moderno en la confrontación con una de sus figuras emblemáticas.

Valoración

Personalmente no me opongo a ese género de dramatizaciones. Una excelente obra de Gerd Theissen, "La sombra del Galileo", presenta los resultados del estudio histórico de Jesús en forma de una novela histórica muy sólida y creíble; sin embargo: aclara que se trata de una novela, y no de una crónica histórica, y deja en claro cuáles son los puntos históricos que desarrolla en su dramatización.
Se me podría objetar que los evangelios hacen la misma clase de malabarismo histórico al presentar como crónica de Jesús acontecimeintos que en muchos casos son desarrollos catequéticos de las verdades de la fe (no invento nada, ver la declaración "Sancta Mater Ecclesia", de la Pontifica Comisión Bíblica, 1967); sin embargo sobre eso debe señalarse que la distinción entre crónica histórica y desarrollo "novelado" de ideas no era clara en la época, es decir que los límites entre uno y otro eran fluctuantes dentro y fuera de los evangelios; hoy no sería admisible. Por otra parte, los evangelios sí aclaran, en su lenguaje, que no son una crónica histórica: en la disposición de las historias, en el modo general como presentan la confrontación con el Antiguo Testamento, e incluso algunas veces explícitamente, como en el prólogo de san Lucas, que declara la intención catequético/apologética de la obra, o en san Juan, cuando enuncia también su intención apologético/catequética, en 20,31. En una palabra: que nosotros confundamos los evangelios con crónicas biográficas, no implica que ellos mismos estén confundidos al respecto, ni que pretendan engañarnos.
En cambio Mumma pretende hacernos creer que estos diálogos, en lo fundamental, han ocurrido, y eso es un engaño, habida cuenta del gran desarrollo que la crónica histórica y la novela han tenido en 2000 años, donde ya no es posible superponerlas con ingenuidad, como sí les fue posible hacerlo a los narradores bíblicos (ellos mismos no eran posiblemente del todo conscientes de los límites que franqueaban de uno a otro género, aunque lo fueran en lo fundamental, como ya señalé).
La obra de Mumma es una apologética para consumo de gente que no es moderna ni existencialista, pero cree que ahora sí conoce un poco más de ese lenguaje, y puede refutarlo desde la fe. Y este es el punto más débil de cuantos la obra tiene: ¡es apologética barata! es decir: no responde a los problemas que planteó realmente Camus en su obra, no habla de las fundamentales cuestiones de verdad, historia y poder, omnipresentes en la obra de Camus y que le impiden (a él como a muchos otros contemporáneos nuestros) una decisión de tipo religiosa. Al Camus de Mumma le dejaron de interesar esas cuestiones (que eran las que el Camus de verdad escribía en los años 50), y le pasaron a interesar las "ideas" religiosas, que el Camus de la historia rechazaba como terreno de discusión!
La apologética de Mumma es inútil históricamente, porque no aporta ningún verdadero conocimiento sobre la persona de Camus ni de su pensamiento, sino que al contrario, obliga a perder tiempo en refutarlo, y es inútil religiosamente, ya que no responde a los problemas religiosos que se plantea la gente que lee de verdad a Camus.
En suma, la obra apologética de Mumma es un poco más de opio para seguir manteniendo en su letargo al cristianismo, con la apariencia de que hacemos algo por dialogar, lástima que no nos escuchan.


(*) citado por José Antonio Millán en su conferencia sobre la Controversia Sartre/Camus, en la Fundación Juan March, 12, marzo, 2009. Ver http://www.march.es/

martes, 15 de abril de 2014

Alguna pasión

«black Jesus»
Películas para ver en semana santa, y ayudarse a meditar la pasión:
-Viejita pero potente, basada sobre todo en san Lucas: Golgotha, de Duvidier (1935)
-Poco conocida, una metáfora de la pasión: Sentado a su derecha (1968)
-Un monje, en su propia pasión creadora descubre el sentido de la pasión: Andrei Rubliov (1969)
-La pasión vista por un no creyente: Jesús de Montreal (1989)
-Desde mi punto de vista la mejor aproximación literal al evangelio que se ha hecho en cine: El evangelio según san Mateo, de Passolini (1964)

Todas estas y más se pueden descargar desde la Media-teca de El Testigo Fiel:
-click en el vínculo, se abre una carpeta web de Mega
-descargar todos los archivos que haya en esa carpeta
-una vez descargados, hacer doble click en el primero, reconstruye el archivo único
-descomprimir, eso contiene un archivo de video, y uno de subtítulos.

Todas son en idioma original con subtítulos.



De diálogo

El obispo auxiliar de Madrid, Mons. Juan Antonio Martínez Camino ha advertido que en España, el diálogo público sobre cuestiones como la defensa legal de toda la vida, la defensa jurídica del matrimonio o la educación de los hijos «no ha sido profundo ni amplio».
Según ha señalado Martínez Camino, encargado del prefacio de la obra del Patriarca de Moscú,«el patriarca Cirilo propone insistentemente el diálogo» y destaca que «es necesario que las instituciones encargadas de velar por los derechos humanos no sucumban a la ideología antropocentrista». (de aquí)
Hasta la advertencia lo sigo. Efectivamente, si algo está caracterizando las relaciones públicas entre los distintos pensamientos en torno a cuestiones centrales como la vida y la familia  (y diría que no sólo en España, sino en todo Occidente) es la falta de diálogo.
Ahora bien, llegamos al segundo párrafo: "es necesario que las instituciones encargadas de velar por los derechos humanos no sucumban a la ideología antropocentrista". A mí me da la impresión de que eso quiere decir: "el que no piensa como yo ha sucumbido a la ideología [la-que-sea, que etiquetas tenemos para dar y regalar]"
Lo cual puede ser cierto, pero es un mal punto de partida para invitar al diálogo. Una invitación al diálogo sólo tiene sentido si uno parte de la base de que lo que el otro dice tiene sus razones (para él) y su seriedad (para él), aunque para mí pueda ser una tontería, una falsedad o un error, o cualquier otra cosa.

Ah, es que aquí no se trataba de analizar lo poco dialogantes que somos nosotros, y nuestra propia cerrazón, sino denunciar proféticamente lo poco dialogantes que son ellos.
Disculpe Mons. Camino, me equivoqué, pensé que realmente estaba preocupado por la falta de diálogo público en torno a las cuestiones centrales de la vida y la familia.

***

Se supone que nosotros somos la Iglesia, se supone que nosotros tenemos experiencia de Dios, se supone que nosotros no sucumbimos a ideologías que nos cierran en nosotros mismos. Con todo eso supuesto, creo que el único modo que tenemos de recuperar diálogo con el mundo es abrir ese diálogo unilateralmente, no esperar la disposición previa del mundo. En suma: tener con el mundo los mismos sentimientos que Cristo tiene para con nosotros.

martes, 1 de abril de 2014

Falacia



No es que haya que hacer sangre de esto, se trata sólo de una de las tantas tonterías apologéticas que circulan por la red; sin embargo, quizás porque es una tontería fácil de "razonar", y porque circula mucho, conviene reparar un poco en ella:
¿Así que no te confiesas con un sacerdote porque él también peca?
Entonces supongo que no vas al médico porque él también puede enfermarse, ¿no es cierto?
No sé qué me parece peor, si la falacia o el aire de suficiencia. ¿Hay alguna verdad que dicha con ese tono de superioridad siga siendo verdadera? Y esto concediendo que el paralelo entre la pecabilidad del cura y la enfermabilidad del médico sea pertinente...

¡Pero es que además no lo es!
Hemos vendido el sacramento de la reconciliación como una especie de terapia sin título habilitante. Aun ahora algunos quieren que se reforme la práctica del sacramento ¡para dar más lugar a la "dirección" espiritual, no menos!
"Si te confiesas, te vas a sentir mejor" Sí, es posible. La otra posibilidad es que te sientas peor, ¿es ese el efecto de la confesión? ¿sentirse mejor? ¿armonizarse?
Todo el lenguaje que usamos (no oficialmente, claro) para hablar de este sacramento apunta a sentirse de tal o cual manera, a equilibrarse, ni por asomo importan los sentimientos de Dios, sino los míos (¡y cuán presentes están los sentimientos del Padre en la parábola del hijo pecador!).

Y digo yo, si los católicos que recomiendan estas cosas te dicen que tengas cuidado con el terapeuta que eliges, porque puede hacerte mucho daño con sus consejos, ¿por qué luego se ríen con suficiencia de que alguien se cuide de la pecabilidad del cura que lo va a confesar?

Yo entiendo que el perdón lo da el propio Cristo y el sacerdote actúa in persona eius, y en esa medida la pecabilidad del cura no importa... ¡pero entonces no vendan terapia, vendan sacramento! Porque esto de hacer del sacramento una terapia, y cuando aparece la lógica objeción sacarse de la manga el "in persona Christi" es sencillamente deshonesto.

Y sí: yo con un médico engripado no me hago ver, qué quieren que les diga, a ver si voy por la rodilla y termino con neumonía.

Si en vez de poner tono de suficiencia revisamos lo que explicamos, lo que vendemos, lo que ofrecemos, no digo que la gente volvería en masa a la fe (puede que sí, puede que no), pero cumpliríamos con el mandato de Cristo de predicarlo a él, no a nosotros mismos.