miércoles, 19 de marzo de 2014

Héctor Della Costa, descansa en paz

Murió papá.
No era un tipo triste ni apesadumbrado en absoluto, al contrario, "El Doctor Della Costa" era divertidísimo, ya bailara en una fiesta con ese paso ridículo que tenía (idéntico para todas las canciones), o se sentara a comer, siempre tenía algo para contar, decir, alegrar. Había viajado tanto y visto tanto mundo, que era difícil que se quedara sin tema de conversación: la sobremesa con él era a la vez la preparación de la siguiente mesa.


Sin embargo el pensamiento de la muerte y del sentido de la vida, y sobre todo el sentido de la creación humana, de la obra humana, estaba presente en cada momento de su vida. Lo decía en poesías y obras musicales, en los poetas que elegía para traducir, en lo que leía, en lo que gustaba.

No sé si es posible articular un pensamiento que diera cuenta acabada, que fuera un "perfil espiritual" más o menos completo, y temo muchísimo quedarme con sólo alguna idea suelta. Pero por ejemplo, confiaba en el valor revelatorio de ciertos sueños; entiéndase, no en que los sueños trajeran mensajes del "más allá", ni mucho menos que nos pudieran hacer ganar la lotería, pero sí que los sueños no son carentes de sentido, ni se limitan a ser reflejo de nuestra vida psíquica, en el sentido freudiano; pertenecerían más bien a la dimensión de profundidad de la vida, quizás la dimensión que une lo divino y lo humano, y de donde proviene la creación artística.

Aunque en muchos se menciona esto, tres poemas hablan de ello o tienen relación con ello en especial. Uno es sobre la muerte de García Lorca, y lo avala una anécdota curiosa: habían quedado con mi tío Horacio en hacer uno de esos experimentos psíquicos que le gustan a mi tío; él iba a leer cada noche una página de una revista escogida al azar, durante tres noches, y a esa misma hora mi papá debía sentarse en su casa a escribir lo que le saliera, en escritura lo más automática posible.
Papá no tenía problema en prestarse a esos experimentos, pero lo usual era que luego se olvidara... y así pasó, naturalmente: escribió el primer día, el segundo, pero al tercero lo olvidó por completo. No obstante en el entresueño de esa noche se le ocurrió un poema sobre la muerte de García Lorca, y se levantó y lo escribió. Casi huelga agregar que lo que mi tío había leído en su revista a la hora señalada tenía que ver con la muerte del poeta. Sobre ese poema papá escribió muchos años más tarde una canción de la que lamentablemente no tengo registro grabado.

El primero que yo recuerdo que trató explícitamente sobre un sueño fue el poema "Ruinas". La anécdota y el poema sobre Lorca son muy  anteriores, pero este es el primero con el que yo me anoticié de su especial relación con los sueños. Recuerdo con total claridad cuando me lo leyó por primera vez, debía ser hacia el '82:

Hoy desperté con un recuerdo de columnas descascaradas,
todo el viento del Este arrollado en sus fustes rectilíneos,
todo el vacío y el aire brotando juntos
por el muñón abierto de sus capiteles rotos.

Han vuelto, sí, han vuelto en su simpleza dórica
llenas de la vacuidad del olvido.
Sin nada que sostener, sino un cielo sin nubes;
sin nada sobre qué asentarse, sino el limo de la playa.

Erguidas, sin embargo, en ofrenda a aquellos dioses
que ya se retiraron de todos los mármoles.

Sobre este también escribió una canción. Era una de sus predilectas. Quien la desee escuchar puede hacerlo de esta versión, grabada en el auditorio de Radio Nacional en 1995, con Silvia Sadoly, canto, Esteban E. Collado, piano, y D. Suárez, flauta. El sonido es directo, y de muy mala calidad, lo siento; a pesar de las veces que se ejecutó esta obra, no quedan registros buenos, o al menos aun no tengo yo ninguno bueno:


Ruinas by Canto: Silvia Sadoly/Piano: Esteban E. Collado)/Flauta: D. Suárez on Grooveshark

El tercer poema al que hacía referencia es quizás el que mejor expresa, no sólo su relación con el sueño, sino también su sentimiento general de la vida: «En la espera». A pesar de ser un hombre que daba fruto a cada paso y a cada minuto, creo que íntimamente lo perseguía la pregunta de si significaba algo todo eso que -en una actividad incansable de abogado, jurista, docente, músico, poeta y traductor- desplegaba. Cualquiera de esas seis vidas le hubiera granjeado el pedestal a cualquier otro, pero él las hacía todas a la vez, con el temor y temblor de la ausencia de sentido.

Soy el sin frutos, el que en años lentos
apenas carga el peso de sus hojas marchitas;
de las cosas no espero ya nada nuevo
ni respuesta a ninguno de mis enigmas;
salvo de vez en cuando, en algún sueño.

Como el árbol añoso, encuentro mi consuelo
con mostrar sólo un fruto redondo y amarillo;
y para madurarlo demoro tanto tiempo
y extiendo mis raíces hasta tan lejos,
pero él sigue pequeño, igual que en el principio.

Sin embargo, sé que al fin ha de caer a la tierra
y entregarle su germen algún día;
por eso lo preparo para irradiar su fuerza,
cuando la yema, libre de pesadas cortezas,
surja del hondo sueño a nueva vida.

El último verso es recatadamente religioso, como lo era él con todo su ser, sin ningún aspaviento; simplemente la esperanza y el sentimiento de Dios formaban parte de su vida. La versión cantada fue registrada también en 1995, en el Auditorio Recoleta, con Augusto Morales en canto y María E. Barral en piano. La obra debe ser de ese año o poco antes.

En la espera by Canto: Augusto Morales/Piano: María E. Barral on Grooveshark

Para terminar esta pequeña evocación, creo que ninguna de sus obras resume tanto su vida y su arte como la «Gran Zapada en Do Mayor», obra que él amaba de manera especial, creo que la consideraba de las más inspiradas suyas, aunque hay muchas que podrían aspirar a ese título: une el atonalismo que había aprendido de su maestro Ficher, con el efecto tonal que le daban las alusiones tangueras, y sobre todo realiza su forma de concebir el diálogo entre los instrumentos, completamente mozartiana. Tiene para mí un valor añadido y que es que me acuerdo del estreno (precisamente la versión que presento, de 1979, la obra es del '78), y de que fue la primera vez que entendía algo de lo que escribía papá, es decir, que "me  gustaba", que entraba en su lenguaje. La obra se ejecutó muchas veces, pero era esta la versión que le gustaba a él, con Daniel Binelli en bandoneón, Sergio Polizzi en violín y Diego Sánchez en violoncello, en el auditorio de SADAIC:

Este es el copete que escribió para presentar la obra en un pequeño disco casero que habíamos hecho con algunas de sus obras: «Es una especie de “broma musical” sobre los efectos más característicos del lenguaje instrumental del tango moderno, que va presentando sucesivos momentos solísticos y dialogados, fraseos, cambios rítmicos y otros recursos propios de la “orquesta típica” porteña. Si bien la obra es más bien “atonal”, su inicio en una frase rotunda de Do Mayor-La Bemol Mayor- Do Mayor da la base “tonal” de la pieza. El título de “zapada” corresponde a una palabra de uso común ya desde los antiguos músicos de tango que indica una ejecución fatigosa y prolongada, por alusión al trabajo intenso de “zapar” la tierra.»

Gran Zapada en Do Mayor by Bandoneón: Daniel Binelli/Violín: Sergio Polizzi/Violoncello: Diego Sánchez on Grooveshark

Gracias por todo, papá, por lo que hacías para dar fruto, y por lo que hacías sin pensar en ello, pero que daba fruto igualmente; esos que no te propusiste, pero plantaste en cada uno de nosotros, y siguen produciendo al ciento por uno, aunque ahora te hayas ido, «libre de pesadas cortezas».

* * *

Dr. Héctor Della Costa, abogado, músico, poeta, traductor de Virgilio y Dante, académico del tango, romanista, docente, padre, abuelo, buena persona, justo, alegre, buen amigo, sabio, mozartiano, tanguero. Ninguna palabra lo abarca del todo.

7 comentarios:

  1. Hermoso homenaje a lo humano y divino que tiene un Padre. No hay mayor regalo que un padre pueda dar que la vida de un hijo.. en este caso, como se te lee Abel, el fruto cayó muy cerca del árbol. Que los conocimientos perduren y que la magia de los sentidos les acompañe en la pérdida y en el futuro, como legado. Los padres sólo se van a prepararnos el lugar donde algún día llegaremos para sentarnos nuevamente a la mesa, en tertulia animada. Buen viaje Héctor!!

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  2. En algún lugar
    del jardín todavía
    canta tu grillo

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  3. Hay un refrán que dice "de casta le viene al galgo...". En ocasiones se aplica a lo malo, pero en esta ocasión se puede decir de todo lo contrario. Seguramente eres uno de los mejores frutos (quizá el mejor, no lo sé) que este árbol plantado junto a la acequia dio...hojas siempre verdes y dando fruto en su sazón.
    Un abrazo.

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  4. Estimado Abel:
    Mi nombre es Alejandra. Soy la hija de Horacio Dantur, quien fuera, según creo, compañero de su padre en el Colegio Nacional de Buenos Aires, y tal vez, en el Conservatorio Williams donde mi padre estudiaba violín.

    Mi padre falleció el 12 de Abril de este año, por lo que veo, apenas unos días después que el suyo.
    Conocí a su padre en alguna reunión en la casa de mis padres, pero sobretodo, lo conocí por la profunda admiración que mi padre le profesaba en todos los aspectos; ya de chicos nos hablaba de él a mí y a mis hermanos. Por lo que he leído aquí, todo su sentimiento de admiración estaba de sobra fundamentado. Su padre era un grande, de esos que hay uno cada tanto.

    Revisando papeles en el escritorio de mi padre, encontramos una partitura manuscrita, ya amarilla por el paso de los años. La misma corresponde a una Sonatina en Sol Mayor para violín y piano que su padre escribiera y dedicara al mío para celebrar sus 16 años. Mi padre tocaría, (suponemos) la parte de violín y un tal Aguero, obviamente conocido por ambos, la parte de piano. La composición data de 1949; calculo que su padre era apenas un adolescente igual que el mío.

    Había escuchado a mi padre mencionar esta composición pero nunca la había visto ni escuchado.
    Pensé que le gustaría que le enviara imágenes de este maravilloso recuerdo. También quería contarle que estoy pasando en limpio esta partitura en Finale Composer, dado que mi hija de 15 años es ejecutante de piano, y mi hijo de 17 es violinista. Ambos van a aprender y tocar esta obra con mucha emoción en honor a su abuelo, mi padre, y obviamente también, en honor a su padre.

    Mi mail es adantur@teknoda.com, por las dudas quisiera ponerse en contacto conmigo.

    Un cariñoso saludo.

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    1. Muchas gracias, Alejandra, por el mensaje, ya le he contestado por email

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  5. Héctor Della Costa fue el gran profesor de Derecho Romano que tuve en la UMSA en el 2000. Mis recuerdos a él y saludos a su familia.

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