sábado, 10 de enero de 2015

¿Yo soy Charlie?

Junto al estupor, el miedo, y la sensación de indefensión que más o menos todos estamos sintiendo estos días, circula con toda fuerza, especialmente desde blogs católicos, el debate por lo que significa este lema "yo soy Charlie". Un verdadero problema:
-"Yo no soy Charlie" significa rechazar cierto abuso de la libertad de expresión, significa mantener la dignidad de católico, o simplemente de creyente religioso (porque las blasfemias de las portadas de Charlie Hebdo excede al cristianismo), frente a un medio que, en nombre de la libertad de expresión, nos ofende de manera continua y "privilegiada" (menudo privilegio).
-"Yo soy Charlie" significa sentirse atacado, en la persona de estas víctimas, en el corazón mismo de las libertades occidentales, de nuestro modo de ser, de sentir y de vivir.

Claro que uno y otro tienen también su contracara: "yo soy Charlie", junto a la sensibilidad frente a nuestro estilo vital atacado, implica un poco admitir que todo eso tan caro a nuestra fe: ¡Dios mismo! (esta gente no se anda con vueltas en la blasfemia) vale menos que un "derecho" recientemente adquirido, la libertad casi absoluta de expresión, y que aun deberíamos debatir si es un "valor supremo". ¿Y acaso "yo no soy Charlie", aunque se haga en nombre de la indignación religiosa, no es un primer peldaño hacia la justificación del atentado?
Me apresuro a aclarar que no he leído en medios católicos ninguna justificación del atentado, pero sí críticas a la "libertad de expresión" como si el extremismo que lleva a estos atentados se hubiera podido evitar censurando a Charlie Hebdo. En suma, como si la "libertad de expresión" no tuviera que constituir un valor tan alto como lo es en nuestras legislaciones occidentales, tal como hasta hace poco era habitual culpar al largo de la falda por la violación.

Descartemos una primera cuestión: recién oía por la radio a un cura periodista afirmando que "a ningún católico se le ocurriría oponerse violentamente a las blasfemias de Charlie Hebdo". Aunque la yihda sea ahora únicamente patrimonio del islam, la yihda es un tema tan coránico como bíblico, y tuvo su aplicación en toda nuestra bimilenaria historia. Y no me refiero a hace 5 o 10 siglos; los católicos no estamos tan lejos de los tiempos en se quemaba algún teatro, se apedreaba algún cine, se golpeaba a algún artista, por películas o espectáculos como Jesucristo Superstar, La última tentación de Cristo o Jesús de Montreal. Y los cristianos (y representándonos, los obispos) no salían a condenar, sino que miraban para otro lado, a lo sumo los consideraban "unos muchachos locos, exaltados"... Es verdad que eran grupos muy minoritarios, no eran "todo el catolicismo", ni eran representativos salvo en un punto: había un continuum entre esos yihadistas y el sentir del católico integrado.
Gracias a las burlas, a las descalificaciones que nos han hecho, a la vergüenza por la que hemos pasado de saber que estábamos cerca de todo eso, hemos ido cambiando, y hoy a ningún católico se le ocurre defender la yihda cristiana: nos han hecho madurar a garrotazos.
Es algo que le debemos a nuestros contrarios, se lo debemos a medios revulsivos (y a menudo repulsivos) como Charlie Hebdo. Por supuesto, ellos no lo hacían por amor a nosotros, pero objetivamente nos han ayudado. Siquiera por ello, yo soy Charlie.

Además, es verdad que hasta hace poco se usaba la expresión "occidental y cristiano" en un sentido integrista, cercano a las formas del nacionalcatolicismo; pero esa frase dice algo literalmente cierto: todos los cristianos de Occidente somos "occidentales y cristianos"; y con esto quiero hacer notar no la obviedad de que como individuos nacimos en Occidente, sino que Occidente es en parte desarrollo nuestro, no sólo de los dorios, los aqueos, los germanos y las tribus del Lacio. Este Occidente de las libertades es también (no en todo, pero sí en mucha parte) herencia nuestra: porta nuestras bellezas y nuestras taras. La exaltación de la libertad como valor supremo es constitutiva de nuestra fe, aunque el mundo secular, al secularizar los ideales cristianos del Reino de Dios, nos haya sobrepujado en la búsqueda aquí y ahora de unas libertades que nosotros quizás sólo concebimos en la vida futura. Pero son ideales que nosotros también llevamos. Como cristianos podemos entender esa pasión por la libertad absoluta; y como occidentales podemos participar también de su búsqueda. En definitiva los occidentales somos caóticos, individualistas, libertarios, irrespetuosos, y eso es nuestro, también de los cristianos. Por eso también, y a pesar de todo, yo soy Charlie.

Pero también desde un punto de vista estrictamente cristiano merece una atención especial esta cuestión: al morir Saúl, David se alza con el poder total, primero en las tribus del sur, y siete años más tarde, en todo Israel, aunque no sin grandes resistencia. Ante la rebelión de su hijo Absalón, y antes de tener consolidado su reinado, David llegó a huir de Jerusalén junto con su corte. Yendo de camino... pero no, no lo cuento, porque mejor lo cuenta la propia Biblia:
«Cuando el rey David llegó a Bajurim salió de allí un hombre del mismo clan que la casa de Saúl, llamado Semeí, hijo de Guerá. Iba maldiciendo mientras avanzaba. Tiraba piedras a David y a todos los servidores del rey, mientras toda la gente y todos los servidores se colocaban a derecha e izquierda. Semeí decía maldiciendo: "Vete, vete, hombre sanguinario y malvado. Yahveh te devuelva toda la sangre de la casa de Saúl, cuyo reino usurpaste. Así Yahveh ha entregado tu reino en manos de Absalón tu hijo. Has caído en tu propia maldad, porque eres un hombre sanguinario."
Abisay, hijo de Sarvia, dijo al rey: "¿Por qué ha de maldecir este perro muerto a mi señor el rey? Voy ahora mismo y le corto la cabeza."
Respondió el rey: "¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Deja que maldiga, pues si Yahveh le ha dicho: "Maldice a David" ¿quién le puede decir: "Por qué haces esto?"
Y añadió David a Abisay y a todos sus siervos: "Mirad, mi hijo, salido de mis entrañas, busca mi muerte, pues ¿cuánto más ahora un benjaminita? Dejadle que maldiga, pues se lo ha mandado Yahveh. Acaso Yahveh mire mi aflicción y me devuelva Yahveh bien por las maldiciones de este día."
Y David y sus hombres prosiguieron su camino, mientras Semeí marchaba por el flanco de la montaña, paralelo a él; iba maldiciendo, tirando piedras y arrojando polvo.» (1Samuel 16,5-13)
Charlie Hebdo es también un instrumento de Dios para corrección nuestra, y si ocasionalmente no necesitamos la corrección, para cruz, que es lo que Cristo nos predijo. Yo desearía que nadie nos maldijera, desearía que supieran todos la maravilla que significa ser cristiano, la grandeza de nuestra fe, que ninguna de nuestras maldades empaña, sino que por el contrario, cuando no pecamos glorificamos a Cristo al reflejarlo, y cuando pecamos lo glorificamos, al obligarlo a su misericordia. Una vida sin la cercanía de Cristo la considero, para mí, irrespirable, y quisiera que todos tuvieran esa experiencia.
Pero una vida en Cristo es una gracia, y si aun no se le ha dado esa gracia a Charlie Hebdo, a sus miembros, a la sociedad en la que toda esa blasfemia es una expresión de humor, ¿quién soy yo para decir "por qué haces esto"?
En cuanto al deseo de gracia, a la inmersión en la profundidad de la desesperación humana, que se refleja en la blasfemia y el pavoneo autosuficiente de Charlie Hebdo, en cuanto al prometeismo de Occidente, tan cercano al deseo de Dios, también yo soy Charlie.


Nota: no me gusta reproducir blasfemias, pero para quienes quieran ver portadas de Charlie Hebdo, el blog "Todo era bueno" ha reproducido unas cuantas de la serie anticristiana.

9 comentarios:

  1. Ya le he dado al "Agradecer" al "Google+", al "Facebook" y al "Twitter". Usted -si me permite decirlo- escribe con elegancia -cosa que se agradece- y con una parsimonia que es rara en la Red y que ayuda a matizar mucho las cosas. Yo disfruto con eso y con los acentos argentinos de su prosa. Disfruto y aprendo. Quisiera elogiar otra cualidad de sus escritos que resplandece en este: la unción.
    Soy también lector asiduo -y comentarista impertinente- del blog de don TEB donde - igualmente pero por otras causas- disfruto y aprendo. Un último elogio: creo que sus comentarios en el blog de don TEB son algo así como esos contrapuntos que enriquecen la melodía. En fin, gracias.

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    1. Muchas gracias por el comentario, me ayuda mucho.
      Hay un post esperándole, pero evidentemente no he sabido avisarle en su momento: http://snarkia.blogspot.com.es/2014/12/presuncion-o-desesperacion.html

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  2. Acabo de leerlo y he dejado allí mi comentario. Es un poco largo. Espero que no le aburra. Gracias.

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  3. Génesis, IV, 8

    Fue en el primer desierto.
    Dos brazos arrojaron una gran piedra.
    No hubo un grito. Hubo sangre.
    Hubo por vez primera la muerte.
    Ya no recuerdo si fui Abel o Caín.

    Jorge Luis Borges.


    Querido Abel. Gracias -muchas Gracias- por ayudarme a pensar.

    Coincido con vos. Yo mismo soy -el atolondrado de- Charlie Hebdo.
    Pero también -desde el enojo que me provocaron las viñetas- soy Cherif y Said Kouachi,
    Y desde mi fundamentalismo soy Jorge R. Videla.
    Y desde mi pusilanimidad soy Neville Chamberlain.

    Como también he sido alguna vez Madre Teresa de Calcuta o Albert Sweitzer.

    Pero sobre todo, soy mis papás, mis abuelos, mis amigos, mis hijos, aquellos sobre quienes se extiende mi círculo de responsabilidad.

    Sobremanera, soy Fabián.

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  4. Soy o no soy.....debatir eso me parece quedarse en la superficie

    http://www.lavoz.com.ar/opinion/el-sitio-de-la-victima

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    1. superficie,
      sobre la faz,
      sobre la cara.
      Pero, qué somos sino máscaras, personas?
      Si ni siquiera somos capaces de conocernos a nosotros mismos
      cuánto más podemos hacer que quedarnos
      por un largo tiempo
      aprendiendo a nadar
      en la superficie.

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    2. Otro que quiere hacer filosofía....y a lo sumo hace mala poesía....

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    3. Lo decía por el poeta de las caras y las máscaras....

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