jueves, 4 de julio de 2013

La diferencia

De lo que quiero hablar me resulta difícil, tiene que ver con la convicción, y con la comunicación, cada vez más complicada en un mundo lleno a rabiar de ideologías, entre las cuales una puede llegar a ser la nuestra.
Ayer hazteOir publicó un artículo sobre una pareja gay que adoptó un chico y luego lo prostituyó. Naturalmente el caso es espeluznante. Pero no es espeluznante porque se trate de una pareja gay, es espeluznante porque se trata de un abuso infantil. Si lo hubiera cometido una pareja heterosexual, un sacerdote, un monje del desierto o un marciano sería igual de espeluznante. Y no son ejemplos retóricos (excepto el del marciano, claro): es que realmente la pederastia se da en todos los niveles, en todos los grupos, en todas las profesiones, etc.
Me justifican que el mayor énfasis de HO en esto tiene que ver con que "una pareja de personas del mismo sexo, estadísticamente hablando, implica un mayor riesgo de abuso que una pareja heterosexual", según uno de estos expertos que dan vueltas por internet avalando toda clase de conclusiones de quien haya llegado previamente a esa conclusión. Puede ser, no sé, ni soy autoridad para saber si la conclusión del experto es realmente concluyente. Pero en todo caso aun estoy esperando las alertas de HO por abusos de sacerdotes, o sin ir más lejos, por abusos de parejas heterosexuales. Mientras tanto será difícil creer que a HO le mueve la compasión por el niño abusado, y no la ideología contra la adopción homosexual.
Esto es un ejemplo de mala comunicación católica, de una comunicación mundanizada, que ha declinado el catolicismo como valor fundamental (que implica verdad, pero no sólo ella, sino justicia, misericordia, caridad, y fundamentalmente, que el bien está en las personas particulares, en el abusado concreto, no en el abstracto de la bandera), y ha enarbolado la lucha ideológica.
Un ejemplo de buena comunicación católica (que también, aunque  menos, la hay): el Vatican Insider. Un periódico católico que sin embargo, cuando tiene que informar suciedades de dentro, también lo hace, y no como quien se pone del lado bueno y denuncia, sino como quien, sabiendo que su tarea es informar, simplemente informa. Por ejemplo hoy salió un artículo sobre la la arquidiócesis de Milwaukee, en USA. El artículo no favorece a Dolan, a pesar de que es una figura querida, y que el propio periódico ha "promovido", si se puede decir así. No es casual que, excepto Religión Digital, en español prácticamente ningún medio católico informó adecuadamente de todo el affaire de hace dos semanas en la supuesta filtración de las palabras del Papa en la conferencia con los religiosos... eso no convenía informarlo.
La conclusión es simple: cuando un medio católico primero piensa en qué y cómo conviene informarlo, ya ha dejado de ser un medio católico, puesto que su criterio se ha vuelto raigalmente "del mundo", incluso aunque eso que informa sea circunstancialmente cierto. "Lo católico" (si es que la expresión tiene sentido) no está en la acera de enfrente de lo demás, la diferencia está en el modo, en la dimensión de profundidad. No en el código de cosas a defender, sino en la atención a las personas, a cada persona y su bien concreto y real.

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